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Sociedad civil y política exterior: el movimiento de mujeres (página 2)



Partes: 1, 2

 

  1. Las Conferencias sobre Población y Desarrollo
    (El Cairo 1994) y sobre la Mujer
    (Beijing 1995) incluyeron en gran medida las reivindicaciones
    y propuestas del movimiento
    de mujeres como resultado de una compleja trama de relaciones
    entre la sociedad
    civil y el Estado,
    entre el movimiento a nivel nacional, regional y mundial con
    los gobiernos.

    La IV Conferencia
    Mundial sobre la Mujer de
    Beijing de 1995 significó un paso fundamental desde
    las conferencias meramente declaratorias hacia las que buscan
    un compromiso concreto
    para la acción. En la Plataforma de
    Acción de Beijing, (PAM) de Beijing, aprobada por
    unanimidad en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer
    conjuntamente con la Declaración de Beijing, se
    definieron un conjunto de objetivos
    estratégicos y se explicaron las medidas que los
    gobiernos, la comunidad
    internacional y la sociedad
    civil debían adoptar a más tardar para el
    año 2002 para eliminar los obstáculos que
    entorpecen el adelanto de la mujer. En dicho documento se
    identificaron 12 esferas representativas de especial
    preocupación.

    La PAM dispuso que el conjunto de los países
    que la suscribieron colocaran en sus agendas nacionales
    objetivos y estrategias precisas; que dispusieran
    mecanismos y recursos
    suficientes con el fin de lograr resultados
    mensurables.

    La PAM, dotada del valor del
    consenso global, aportó los términos
    conceptuales y la visión de los resultados esperados,
    lo que hizo que, a diferencia de todos los instrumentos
    anteriores, sea un instrumento para la acción, esto
    es, una plataforma a partir de la cual la conducta
    de los Estados en la implementación de sus compromisos
    internacionales puede ser observada, medida y evaluada tanto
    en sus logros y avances programáticos, como en la
    inacción y la falta de voluntad de cumplimiento del
    compromiso. Todo ello expuesto a la visión
    pública con las consecuencias políticas consiguientes.

    Particularmente, la Conferencia de Beijing
    otorgó un importante rol importante al mundo
    organizado de las mujeres señalando que "las Organizaciones No Gubernamentales y
    comunitarias tienen un rol específico que jugar en la
    creación de un clima social,
    económico, político e intelectual basado en la
    igualdad
    entre mujeres y hombres. Las mujeres deben involucrarse
    activamente en la implementación y vigilancia de la
    Plataforma de Acción" (PAM
    N°289).

    Este nuevo escenario ha generado condiciones para la
    búsqueda de una ciudadanía más activa por parte
    del movimiento, ejerciendo su responsabilidad en la construcción del orden deseado en donde
    el control
    ciudadano es una expresión de dicha ciudadanía
    activa que apunta a vigilar los compromisos del Estado con
    la sociedad civil a través de la realización de
    actividades específicas que aporten de manera
    sistemática la "responsabilización" de los
    gobiernos ante dicha ciudadanía).

  2. LA PLATAFORMA DE
    ACCIÓN MUNDIAL (PAM) DE BEIJING.

    La esfera pública, tal como la conciben Cohen
    y Arato, se refiere a un espacio jurídicamente privado
    en el que individuos sin estatus oficial buscan persuadirse
    los unos a los otros por medio de la discusión
    democrática y racional con el propósito de
    controlar e influir la formación de políticas
    en las instituciones jurídicamente
    públicas del Estado.

    Fueron muchas las mujeres que actuaron, participaron
    y construyeron Beijing desde sus propios movimientos,
    espacios oficiales, instancias internacionales y
    supranacionales, incluyendo las agencias de
    cooperación. Estas actoras fueron delimitando y
    ampliando sus horizontes de referencia a partir de las
    interacciones en sus propios espacios y de las
    múltiples interlocuciones que se desarrollaron desde
    la sociedad civil, los gobiernos y los espacios oficiales
    supranacionales.

    De hecho, una de las características
    más distintivas de esta conferencia fue la
    amplísima participación de organizaciones
    no-gubernamentales, participación que, además,
    se planificó con bastante anticipación,
    celebrando reuniones preparatorias de nivel nacional,
    sub-regional y regional. En algunos países, entre
    ellos el Perú, el proceso preparatorio fue muy amplio,
    representativo y enriquecedor para diversidad de
    organizaciones de mujeres que participaron de
    él.

    Diversidad y pluralismo

    El proceso iniciado en Beijing en 1995 ha
    desembocado en la consolidación no sólo de un
    marco político basado en el cuestionamiento de las
    relaciones sociales de género
    sino también de un espacio autónomo y
    negociador para, desde la sociedad civil, "… visibilizar la
    agenda e interpelar al Estado, impulsándolo a que
    asuma su responsabilidad con las necesidades y propuestas de
    las mujeres como aspectos sustanciales para una
    ciudadanía plena y para la consolidación de las
    democracias de la región" .

    Este proceso preparatorio, sin embargo, no ha sido
    fácil ni uniforme. En él se reprodujo todo el
    abanico de la diversidad de la sociedad civil, una de sus
    más importantes características. La sociedad
    civil, en tanto esfera pública no estatal, está
    a salvo de las deformaciones del poder
    económico y político y del estatus social es
    universalmente accesible, incluyente y plural. Comprende por
    ello un amplio conjunto de organizaciones, formales e
    informales, y, claro está, el "mercado"
    ideológico y el flujo de información e ideas que transcurre
    tanto por los canales formales, escritos, masivos y
    audiovisuales como por los informales, paralelos y
    simplemente orales.

    El movimiento de mujeres, en tanto espacio de
    convergencia amplio en que se expresan las más
    diversas formas organizativas, algunas específicamente
    de género, otras socioeconómicas (generales),
    otras confesionales, barriales, culturales, políticas,
    etc., no constituye un proceso lineal, homogéneo,
    único o con el liderazgo
    de un solo grupo o
    tendencia. No. Sus procesos y
    protagonismo son variados. Es un movimiento en el que
    confluyen mujeres de diferentes sectores de clase,
    etnia,
    pensamiento y posiciones políticas: es
    pluriclasista, pluriétnico y pluralista. En él
    se desarrollan tendencias diferenciales, con procesos,
    estrategias y propuestas propias.

    El movimiento feminista – entendido como una
    corriente política que busca la
    transformación de las relaciones
    socio-económicas, ideológicas, culturales y de
    poder entre los géneros- participa de este movimiento
    amplio y constituye el principal referente político e
    ideológico para el conjunto.

    Particularmente, el movimiento de mujeres y el
    feminismo
    latinoamericano y caribeño son heterogéneos,
    crecen en un contexto de transición y
    universalización del capitalismo, atravesados por múltiples
    tendencias, corrientes e interpretaciones que, singularmente,
    forman su originalidad organizativa sin línea
    única ni territorios demarcados.

    En estos últimos veinte años, a pesar
    de una multiplicidad de debates y controversias, han
    convivido en este espacio sin fronteras llamado movimiento de
    mujeres, desde una corriente emancipatoria (liberal) hasta el
    radicalismo, pasando por el feminismo popular, el religioso y
    todos los matices y mezclas
    entre ellos.

    En la actualidad, con la multiplicación de
    grupos,
    colectivos, centros de mujeres y otras organizaciones, en
    muchas ocasiones las diversas tendencias se entrelazan, se
    mezclan, conviven y hasta se funden. Esas diversas tendencia
    nos proporcionan un dato importante: que el movimiento de
    mujeres y feminista no se trata de una única esfera no
    estatal sino que ésta incluye una variedad de esferas
    públicas legalmente garantizadas y que se
    autoorganizan según sus propios intereses y
    percepciones sobre la base del bien común.

    En conclusión, el movimiento de mujeres y el
    movimiento feminista, concebidos como procesos y espacios o
    esferas públicas diversas de confluencia, constituyen
    una fuerza
    política autónoma que transforma el monolitismo
    de las corrientes políticas tradicionales; y en donde
    el movimiento aparece como un caleidoscopio, con
    múltiples matices que divergen pero conviven y lo
    integran gracias a su peculiar organización en redes, grupos
    pequeños en que se dan interacciones sociales cuya
    pluralidad, intensidad y compromiso cooperan para crear un
    espacio de creación cultural y cambio
    social.

    El proceso discursivo

    No obstante, a pesar de que el feminismo constituye
    el principal polo de referencia del movimiento de mujeres, no
    representa a todas las tendencias comprendidas en
    éste, que abarca a todos los sectores de mujeres
    organizadas, feministas y no feministas, movilizadas por
    causas diversas, algunas de las cuales buscan disociarse del
    feminismo, aun cuando mantienen en la práctica, casi
    invariablemente, puntos de convergencia y reivindicaciones
    comunes.

    Existen diversos prejuicios recíprocos y, a
    veces, faltan mecanismos de comunicación que faciliten la exposición de los diversos
    acercamientos y por lo tanto un mayor conocimiento mútuo. Pero también
    se han expresado diferencias en cuanto a posturas
    políticas, a concepciones organizativas o
    estratégicas.

    Por un lado abunda la desinformación sobre el
    feminismo que le ha prestado intenciones o postulados muchas
    veces tergiversados; se ha divulgado por ejemplo que las
    posturas basadas en una conciencia
    de género excluirían la posibilidad de
    considerar otras problemáticas en lugar de
    completarlas o complementarlas. Asimismo se ha
    sobredimensionado la importancia del separatismo para asociar
    el feminismo a un supuesto sectarismo femenino de clase
    media.

    También se han tergiversado las orientaciones
    del feminismo radical (Radical feminism) una corriente de
    izquierda, sobre todo de inspiración marxista, que
    alimentó en los años 70 y 80 los más
    ardientes debates en Europa
    (particularmente en Gran Bretaña) buscando
    acuñar una perspectiva de género a los
    conceptos marxistas. En muchos medios el
    mismo término feminismo evoca supuestas posturas
    políticas inalcanzables por la mujer promedio o ideas
    radicales que se presume serían incompatibles con
    reivindicaciones socio-económicas.

    El desarrollo del movimiento feminista tampoco
    está liberado de las contradicciones propias de su
    época y, en ese sentido, está marcado por
    prioridades que excluyen, en muchos casos,
    problemáticas consideradas de primer orden (como la
    étnica) en algunas instancias del movimiento.
    Igualmente, las diferencias de clases, de orígenes
    étnicos y culturales, de orientación sexual,
    que confluyen en el movimiento han complejizado la
    afirmación de identidad
    colectiva. Algunas mujeres han querido darle una respuesta
    rápida a la creación de dicha identidad, a
    través de la búsqueda de un espacio
    único (real o simbólico), muchas veces
    exclusivo, que podría permitir alguna cohesión
    de pequeños grupos, pero que excluiría a todas
    las que no pertenezcan a la cultura
    desarrollada por dichas unidades.

    Asimismo, tampoco puede negarse un hecho innegable
    que ha definido la creación de discursos
    feministas, cual es la posibilidad de acceder a la
    autonomía personal y al
    conocimiento, elementos que pasan por el acceso a ciertas
    posibilidades socio-económicas, que no son accesibles
    a las mujeres de todas las etnias y grupos
    sociales.

    Igualmente, se señala que los antagonismos
    expresados en el movimiento latinoamericano se fundamentan
    más en rivalidades y resentimientos personales; aunque
    también admiten la existencia de desacuerdos
    básicos, tanto conceptuales como metodológicos,
    sobre principios y
    premisas fundamentales.

    El VII Encuentro Feminista realizado en 1996 en
    Chile, a un año del proceso de participación de
    amplios sectores feministas en la IV Conferencia Mundial
    sobre la Mujer en Beijing en 1995, fue especialmente
    conflictivo y crítico de la participación de
    las feministas en los gobiernos (feminismo institucional) y
    de la negociación con ellos.

    Sin embargo, a pesar de estas dificultades, el
    movimiento de mujeres y el movimiento feminista, concebidos
    como procesos y como espacios de confluencia, se han
    convertido en una fuerza política autónoma que
    transforma el monolitismo de las corrientes políticas
    tradicionales; el movimiento aparece como un caleidoscopio,
    con múltiples matices que divergen pero conviven y lo
    integran. Por sus objetivos pluralistas y por su declarada
    vocación de cambio este movimiento esta estableciendo
    pautas para realizar sustantivas transformaciones sociales,
    personales y globales.

    Es decir, existe un proceso de construcción
    discursiva en el que los propios actores debaten y en el ser
    incorpor diversas problemáticas que abonan a favor de
    su complejización como expresión de la
    diversidad y multiplicidad de mujeres que conforman el
    movimiento.

    En este proceso discursivo, los nacientes feminismos
    (popular y tercermundista) buscan respuestas a sus
    problemáticas así como modelos
    organizativos horizontales y nuevas formas de manejo del
    poder formal e informal, con la utopía de romper con
    las estructuras piramidales y subvertir la
    creencia de que jerarquía es igual a
    organización.

    En ello, a pesar de la diversidad o tal vez gracias
    a ella, se tienden lazos de solidaridad y se construyen micro-poderes con
    posibilidades de irrumpir y subvertir el orden patriarcal y
    el sistema de
    relaciones dominantes en la sociedad. La fuerte diversidad
    interna y las polémicas entre las diferentes
    tendencias se convierten en la mejor y más
    rápida fuente de crítica y contraste para los conceptos
    y teorías que pugnan por definir y
    redefinir los problemas
    y las estrategias pertinentes.

    Esta fuerte diversidad interna hizo ha hecho que
    tanto durante la etapa de preparación para Beijing
    como en la posterior, se desarrolle un proceso de aprendizaje y
    de construcción del espacio deliberativo en una
    relación crítica y argumentativa con los
    gobiernos que, en muchos casos, se ha reflejado en el
    desarrollo alianzas, redes de cooperación y
    solidaridad entre las "autónomas" y las
    "institucionales" y el establecimiento de mecanismo
    institucionales.

  3. EL PROCESO DE
    BEIJING : DIVERSIDAD, PLURALISMO Y PROCESO
    DISCURSIVO.

    Nuevos ejes –democracia
    y ciudada-nía- comenzaron a expresarse en los
    años noventa. Dentro de estos parámetros el
    feminismo como organización y como propuesta se
    expandió en todos los países de la
    región. Los feminismos se diversificaron y expandieron
    su presencia e influencia.

    Los años noventa también trajeron un
    escenario internacional marcado por el ambivalente proceso de
    globalización y por una nueva agenda de
    la ONU. Las
    feministas comenzaron a desarrollar una mayor incidencia en
    nuevos espacios -el regional y el global- tratando de
    influenciar una agenda internacional que buscaba atender las
    diversas situaciones de exclusión y
    subordinación (niñas, mujeres, pobres)
    así como perfilar nuevos contenidos para grandes
    problemas del período: derechos
    humanos, ambiente,
    población, desarrollo.

    En este contexto, el camino hacia la Conferencia de
    Beijing contó con un alto nivel organizativo y
    político y de articulaciones e interacciones regionales y
    globales entre el movimiento de mujeres, sus ONGs y los
    gobiernos, las que se dieron tanto en el ámbito
    nacional como regional y global.

    El ámbito nacional

    Los diferentes trabajos del movimiento de mujeres
    empezaron a desarrollarse en los niveles nacionales.
    Empezó a perfilarse a través de la redacción de informes
    nacionales, tanto de las ONGs como de los gobiernos. En
    muchos países, los gobiernos invitaron a "expertas" de
    diferentes redes para que integraran la redacción de
    los informes oficiales.

    Usualmente, en el ámbito nacional, la mayor
    parte de la atención de la sociedad civil se
    concentra en las actividades internas en sus países.
    Las ONGs tratan de lograr su inclusión en las
    delegaciones nacionales, así como discutir y tratar de
    influenciar sus delegaciones nacionales con respecto al
    contenido de las declaraciones de compromisos, documento en
    donde se materializan los resultados más importantes
    de las debate en
    los foros internacionales. Participan en la
    elaboración de los borradores de la declaración
    de compromisos circulando informes, insistiendo en la
    inclusión de ONGs en sus delegaciones nacionales,
    haciendo cabildeo para que la representación de su
    país sea del más alto nivel político,
    comprometiendo a su país para hacer declaraciones y
    desarrollando una estrategia
    con los medios de
    comunicación.

    El contexto regional

    En el contexto regional, la CEPAL fue una instancia
    significativa al haber actuado como eje articulador de las
    dinámicas de los gobiernos y las agenciase en
    relación con la Conferencia de Beijing. Fue un lugar
    privilegiado para la construcción de
    consensos.

    En la primera etapa del debate en el contexto
    regional, las ONGs tuvieron poca claridad con relación
    al significado de la Conferencia del Mar del Plata. Pocos
    gobiernos incorporaron mujeres de las ONGs a sus delegaciones
    oficiales, pocas delegadas oficiales tenían
    experiencia en este tipo de conferencias y no existí
    aún una comunicación fluida con el movimiento
    de mujeres.

    En la segunda etapa, el eje fundamental fue la
    reunión de la CEPAL en noviembre de 1994 en donde se
    amplió el nivel de participación , se
    preparó un "instrumento de negociación" que
    hizo explícitas las propuestas de las ONGs sobre cada
    uno de los puntos de discusión y, finalente, se
    logró un cabildeo exitoso con los
    gobiernos.

    Desde esta instancia, a pesar de la oposición
    de algunas delegaciones oficiales , el documento oficial
    producto
    de la Conferencia Regional del Mar del Plata o "Programa de
    Acción para las mujeres de América
    Latina y el Caribe 1995-2001" contenía dos
    recomendaciones que expresan con claridad el nivel de
    reconocimiento pretendido y alcanzado en el espacio regional:
    por un lado, la adopción del enfoque de género y
    el impulso al desarrollo de políticas de equidad de
    género; y de otro lado, un reconocimiento al
    movimiento de mujeres y a las organizaciones feministas de la
    región como actoras e interlocutoras
    válidas.

    El espacio global

    En el espacio global, se produjeron asimismo dos
    momentos. En el primero, la PREPCOM III, pocos gobiernos
    incorporaron representantes de ONGs en sus delagaciones y, de
    otro lado, los grupos más tradicionales –algunos
    liderados por el Vaticano- fueron incorporados
    –especialmente en Centroamérica-.

    Posteriormente, se desarrollaron diversas
    estrategias dentro del movimiento de mujeres y hacia otros
    movimientos en donde las redes globales y regionales fueron
    las interlocutoras por excelencia. Se impulsaron estrategias
    de articulación y se abrió un espacio de
    intercambio global, dando origen a "El Equipo" en donde
    confluyeron redes, instituciones globales y vertientes del
    movimiento de todas la regiones del mundo, para organizar el
    cabildeo diario en Beijing. Frente a los gobiernos, se
    desarrollaron estrategiasde negociaciones y presión política.

    Por primera vez, el tema del género y las
    propuestas de las mujeres salían de manera masiva de
    los ámbitos especializados y se ubican en el centro
    del escenario regional y mundial. La segunda etapa estuvo
    marcada por el Foro Mundial de ONGs de
    Huairou y la Conferencia de Beijing.

    El movimiento de mujeres llegó a Beijing en
    equipos organizados y con un trabajo de
    cabildeo exitoso, equipos de redes de apoyo, redes
    organizadas para aportar insumos y orientación
    temática y política. El Foro, sustentado por un
    movimiento global, fue la mejor carta de
    presentación de las ONG para
    legitimarse en le Conferencia, en la que desplegaron lo
    aprendido y cosechado en el proceso previo. La Conferencia,
    por ello, no fue un espacio oficial tradicional. Por el
    contrario, fue una muestra clara
    de la fluidez de los límites entre el Estado y la sociedad
    civil.

    Hoy, siete años después de Beijing,
    dos desafíos caracterizan la agenda: la
    creación de instancias de representación a
    través de las comisiones de seguimiento y espacios
    amplios con voceras legítimas; y la creación de
    mecanismos concretos a los cuales lo gobiernos deben
    comprometerse.

  4. LOS ESPACIOS DE
    ARTICULACIÓN E INTERACCIÓN.

    La Conferencia de Beijing y el proceso que
    ésta ha creado ha colocado los temas más
    importantes de la agenda en el espacio público. Ha
    dejado al movimiento de mujeres una agenda muy concreta
    frente a lo gobiernos y a la sociedad civil: lograr que los
    gobiernos de la región conviertan en políticas
    los acuerdo y avances en justicia
    de género. Asimismo, lograr que la sociedad civil se
    comprometa con la afirmación de las ciudadanías
    femeninas, rechazando sus múltiples sietuaciones de
    exclusión, subordinación y reconociendo las
    razones de su rebeldía y su aporte a la
    democracia.

    Beijing aportó un instrumento legitimado por
    todos los países miembros de la ONU que provee
    mandatos puntuales para ser ejecutados en cada país o
    región, con la posibilidad de adaptarlos a las
    realidades nacionales. Para los movimientos feministas, esta
    agenda, sin embargo, no ha agotado las acciones ni las
    propuestas de las mujeres y sus movimiento. De una parte, ha
    incluido las recomendaciones de la PAM y, de otra, busca un
    mayor avance y una perspectiva transformadora que se
    materialice en arreglos institucionales, sociales,
    políticos, económicos y sexuales de América Latina, así como la
    inclusión de aquellos temas que no fueron incorporados
    a la PAM.

    Sin embargo, a cinco años de Beijing, el
    balance de las Ongs y los movimientos de mujeres y feministas
    de la región, en relación al cumplimiento de la
    Plataforma de Acción de Beijing, evidencia que los
    avances han sido lentos, que los cambios no son los que se
    esperaban y que lo que se cree hoy para siempre conquistado,
    puede fácilmente desvanecerse.

    El reto es, entonces, encontrar la manera de
    aprovechar de la evaluación para convencer a los
    gobiernos de tomar pasos más concretos sobre la base
    de un enfoque en los derechos
    humanos cuyos aspectos más importantes podrían
    la estandarización y la responsabilización.
    Estándares a partir de convenios que aportan una
    perspectiva ética
    en base a estándares comunes. Y
    responsabilización, entendida como el deber de los
    gobiernos, de las NNUU y de las otras agrupaciones no
    gubernamentales para implementar los compromisos asumidos en
    derechos humanos.

    Los mecanismos institucionales.

    Existe un claro convencimiento que la Plataforma de
    Acción es un instrumento importante y necesario, pero
    el cual sólo será efectivo si hay voluntad
    política de los gobiernos, si reorientan sus
    políticas de estado y buscan alternativas más
    democráticas y humanas frente al modelo
    económico neoliberal, si su aplicación es
    integral y transversal, expresando compromisos al mas alto
    nivel político y asignación de recursos
    apropiados y suficientes.

    En la Plataforma de Acción de Beijing se
    determinó que la creación y el fortalecimiento
    de los mecanismos nacionales era una de las 12 esferas de
    especial preocupación que requerían la
    adopción de medidas por parte de los gobiernos.
    Durante su 43º período de sesiones, celebrado en
    1999, la Comisión de la Condición
    Jurídica y Social de la Mujer de las Naciones
    Unidas recomendó que se adoptaran nuevas medidas
    para crear o fortalecer los mecanismos nacionales para el
    adelanto de la mujer y la igualdad entre los
    géneros.

    La creación y el fortalecimiento de
    mecanismos institucionales en el plano nacional para el
    adelanto de la mujer han fortalecido sustancialmente la
    capacidad de los Estados para lograr los objetivos de la
    Plataforma de Acción aprobada por la Cuarta
    Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Beijing en
    1995. Desde entonces, casi las tres cuartas partes de todos
    los Estados han establecido alguna forma de mecanismo
    nacional para el adelanto de la mujer.

    La principal tarea de esos mecanismos nacionales es
    apoyar la incorporación en todos los órganos
    gubernamentales de una perspectiva relativa a la igualdad
    entre los géneros en todas las esferas normativas,
    incluida la legislación, los programas y
    los proyectos. La
    incorporación de las cuestiones de género, en
    este sentido, es una estrategia encaminada a integrar en pie
    de igualdad las preocupaciones de los hombres y las mujeres
    en la concepción, la aplicación, la supervisión y la evaluación de
    todos las políticas y los programas.

    Los mecanismos nacionales pueden desempeñar
    un papel fundamental en el estímulo y fomento de esas
    transformaciones a todos los niveles. En este esfuerzo, los
    gobiernos han procurado fortalecer los mecanismos existentes
    en diversas formas desde la celebración de la
    Conferencia de Beijing. En Ghana, el Gobierno
    ha fortalecido la posición de los mecanismos
    nacionales al establecerlos en las instancias más
    altas, bajo la dependencia de la Oficina del
    Presidente, con vínculos directos con los ministerios, departamentos y organismos.
    Italia,
    Perú, Namibia, Panamá
    y San Vicente y las Granadinas, entre otros países,
    han creados nuevos ministerios para incorporar el mecanismo
    nacional, lo han elevado de categoría
    convirtiéndolo en una comisión dependiente de
    un ministro, o han nombrado a un nuevo ministro para
    dirigirlo.

    En muchos Estados, los mecanismos nacionales han
    sido fundamentales para estructurar las políticas
    nacionales de desarrollo, en particular, en particular los
    adelantos logrados en la integración de una perspectiva de
    género en las actividades relacionadas con la
    elaboración de presupuestos, la rendición de cuentas y
    la comprobación de cuentas. Filipinas y
    Sudáfrica están entre los países que han
    adaptado el modelo utilizado en Australia para elaborar
    presupuestos que tengan en cuenta las cuestiones de
    género, lo que implica que todos los organismos y
    departamentos gubernamentales deben preparar un documento
    presupuestario en que se desglosen los desembolsos en
    función de sus consecuencias tanto para
    las mujeres como para los hombres.

    Asimismo, los mecanismos nacionales han emprendido
    diversas actividades en apoyo de la revisión y el
    cumplimiento de la legislación para garantizar la
    igualdad de género, así como la
    incorporación de las cuestiones de género en
    todas las políticas y los programas gubernamentales.
    La India ha
    formulado la Política nacional de potenciación
    del papel de la mujer, en la que se esbozan medidas
    jurídicas, institucionales y programáticas para
    hacer frente a la discriminación por motivos de
    género. También ha designado a la
    Comisión Nacional de la Mujer como defensora de la
    mujer. En Colombia
    se creó un equipo consultivo permanente en materia de
    igualdad entre los géneros en el Departamento de
    Planificación Nacional, con el mandato
    amplio de velar por la incorporación de una
    perspectiva de género en las políticas
    nacionales.

    Mecanismos de vigilancia y rendición de
    cuentas.

    Los mecanismos nacionales de vigilancia y
    rendición de cuentas tiene a su cargo la
    difícil tarea de analizar cómo las medidas
    gubernamentales producen cambios tangibles en la vida de la
    mujer.

    En los Estados
    Unidos, por conducto del mecanismo nacional, los
    organismos gubernamentales presentan informes anuales sobre
    los progresos alcanzados en la aplicación de la
    Plataforma de Acción de Beijing. En Rwanda, un
    comité integrado por miembros del mecanismo nacional,
    organismos de las Naciones Unidas, organismos bilaterales y
    organizaciones no gubernamentales supervisa la
    aplicación de la Plataforma de Acción. En
    Jordania, donde el mecanismo nacional está integrado
    por altos funcionarios gubernamentales y representantes de la
    sociedad civil, cada órgano participante debe
    presentar informes periódicos sobre los progresos
    realizados.

    Se ha dado inicio a una nueva etapa para poner en
    práctica los acuerdos emanados de ambos eventos y
    concretados en la Plataforma de Acción de Beijing a
    través de un monitoreo, seguimiento y
    evaluación de las acciones de los gobiernos para el
    real cumplimiento de los compromisos adquiridos.

    El monitoreo  a los gobiernos, para que resulte
    eficaz, debe ser conducido por organizaciones
    autónomas, que no pertenezcan a la esfera
    gubernamental. Es principalmente una tarea de la sociedad
    civil. Este es el reto que asumió, concluida la IV
    Conferencia, el Grupo Impulsor Hacia Beijing que se
    había conformado en el Perú. Las organizaciones
    que lo integraban decidieron asumir esta nueva misión, y la nueva denominación:
    Grupo Impulsor Nacional «Mujeres por la Igualdad
    Real».  

    Los Estados no se relacionan de manera permanente
    con la sociedad civil. Generalmente, la relación se da
    cuando los grupos de la sociedad civil adquieren un nivel de
    organización suficiente como para actuar como grupo de
    presión y convertirse en interlocutor de un tema
    concreto. La interlocución y las rendición de
    cuentas no es parte de nuestra cultura ciudadana.

    Cuando, como en el caso de la Conferencia de
    Beijing, la Declaración de Compromisos adoptada
    resulta ser un documento fuerte y progresivo, esta es
    utilizada como una herramienta efectiva para el cabildeo. La
    sociedad civil, a través de sus organizaciones, puede
    solicitar a su gobierno organizar reuniones con las ONGs para
    revisar los logros; durante estas reuniones, insistir para
    que sus gobiernos se adhieran a los compromisos de la
    Declaración; organizar una conferencia de prensa en la
    que líderes de conocidas ONGs hagan un llamado a su
    gobierno de implementar lo contenido en la Declaración
    de Compromisos un su país y, con respecto a los
    problemas y asuntos que se presentaran en el futuro en
    relación al en su país, utilizar la
    Declaración de Compromisos para defender su
    posición.

    La Conferencia de Beijing dio lugar a una
    proliferación de nuevas organizaciones no
    gubernamentales cuya misión se centraba en la
    problemática de la mujer que se traduce en el
    establecimiento de asociaciones con la sociedad civil de
    importancia crítica para la sostenibilidad y la
    legitimidad de los mecanismos nacionales que puede dar lugar
    a transformaciones sociales en la condición
    jurídica y social de la mujer.

    El Consejo de la Mujer de Brunei Darussalam,
    organización coordinadora de organizaciones de mujeres
    que cuenta con más de 2.000 miembros, ha colaborado
    con el mecanismo nacional y otros órganos
    gubernamentales en el establecimiento de una fundación
    de lucha contra el VIH/SIDA y un
    comité de asuntos sociales. En Turquía, el
    mecanismo nacional estableció comisiones de
    organizaciones no gubernamentales encargadas de la salud, la
    educación, el empleo y
    cuestiones jurídicas con objeto de prestar asistencia
    en el seguimiento de la Plataforma de Acción. En el
    Níger se ha formado recientemente una
    asociación coordinadora de organizaciones no
    gubernamentales de mujeres con más de 3.000 miembros
    que ha empezado a colaborar con el mecanismo nacional. En
    Eritrea, el mecanismo nacional es una organización no
    gubernamental con una red de más de
    200.000 miembros. Los miembros de su comité central
    también son miembros del Parlamento u ocupan altos
    cargos gubernamentales, lo que contribuye a consolidar el
    papel del mecanismo nacional en el gobierno.

    En el Perú, las integrantes del Grupo
    Impulsor analizaron la Plataforma de Acción Mundial a
    la luz de las
    condiciones que afectan de manera particular a las mujeres
    peruanas, y de los procesos sociales y políticos que
    se desarrollaban en el país, seleccionó campos
    específicos relevantes por lo que contienen de
    políticas públicas expresas y por la
    importancia o urgencia de presionar en la adopción
    pronta de medidas. De esta manera, se establecieron cinco
    ejes prioritarios sobre los cuales centraron su labor de
    monitoreo y el desarrollo de iniciativas ciudadanas. Cada uno
    de los ejes tiene relación directa con una o
    más de las áreas de especial
    preocupación que conforman la PAM – Beijing:
    Participación política y
    ejercicio de ciudadanía
    Sexualidad
    y salud reproductiva,

    Pobreza y acceso a recursos,
    Educación y Derechos Humanos y violencia
    contra la mujer.

    Desde 1996, el Grupo Impulsor ha realizado un
    conjunto de acciones de monitoreo de los avances del Estado
    peruano respecto de los compromisos que adquiriera en
    Beijing. Un primer esfuerzo fue la recopilación y
    análisis de las principales medidas que
    tomó el Estado peruano con relación a cada uno
    de los cinco ejes prioritarios, durante el primer año
    transcurrido después de la Conferencia de Beijing.
    Este trabajo se publicó en 1997 con el título
    Del compromiso a la acción.

    En 1998 se realizó un nuevo monitoreo, esta
    vez en una muestra de municipios distritales y provinciales,
    para evaluar la participación de la mujeres en los
    gobiernos locales, y los programas municipales dirigidos a
    las mujeres. Ese mismo año, se llevó a cabo un
    estudio de monitoreo que abarcó siete regiones del
    país. Esta vez los ejes elegidos fueron dos:
    participación política, específicamente
    la participación de las mujeres en el proceso
    electoral municipal; y salud reproductiva, con
    atención a la aplicación del Programa de Salud
    Reproductiva y planificación Familiar del Ministerio
    de Salud. Este estudio también fue publicado, con el
    título Mujeres y ciudadanía en el Perú:
    Avances y barreras.

    El año 2000 estuvo marcado, por un lado por
    el proceso «Beijing +5», que buscaba medir el
    grado de avance en el logro de la PAM, cinco años
    después. El Grupo Impulsor elaboró y
    publicó el informe
    Balance del grado de cumplimiento de la Plataforma de
    Acción Mundial en el Perú.

    En Paraguay, en
    1996 se realizó un seminario
    para definir las prioridades nacionales. Allí, el
    gobierno, las representantes de la sociedad civil que
    participaron en el Foro de las ONG´s y las Agencias de
    Cooperación Internacional que tuvieron un importante
    papel en ambos encuentros decidieron afrontar el
    desafío de establecer planes, programas y proyectos
    conjuntos
    donde el concurso de los distintos sectores del Estado, de
    las ONG´s y las Agencias de Cooperación fuera de
    concertación y complementación, a través
    de un mecanismo concreto: la Mesa Tripartita de
    Seguimiento a Beijing
    , conformada por el Gobierno
    (Secretaría de la Mujer de la Presidencia de la
    República), la Sociedad Civil (Coordinación de Mujeres del Paraguay) y
    el Sistema de Naciones Unidas en Paraguay (Programa de
    las Naciones Unidas para el Desarrollo/Fondo de
    Población de las Naciones Unidas). Firmaron un
    convenio marco, conformando la Comisión Tripartita de
    seguimiento a la implementación de los compromisos
    adquiridos en Beijing.

    Algunos países están trabajan en los
    compromisos mínimos prelectorales entre el movimiento
    de mujeres y las mujeres de candidatas de partidos
    diferentes. No se trata de alineamientos partidarios, pues
    ello haría que se pierda precisamente la capacidad de
    representar y practicar alianzas sociales amplias que
    expresen políticamente la agenda y arrebataría
    a el carácter autoónomo del
    movimiento del poder político. Participación
    política no es solamente participación en el
    sistema
    político formal. El movimiento de mujeres tienen
    un espacio de acción política desde la sociedad
    civil desde el cual se propone como contrapoder
    colectivo.

    El Indice del Compromiso Cumplido

    La tarea de monitorear la implementación de
    la PAM desde la sociedad civil produjo diversas estrategias
    en los países de la región como la producción de indicadores para medir y evaluar avances
    programáticos, así como los cambios en la
    situación de las mujeres. Una iniciativa valiosa en la
    región ha sido el ICC o "Indice de Compromiso
    Cumplido".

    "El Indice de Compromiso Cumplido" es un instrumento
    de control ciudadano para la equidad de género,
    desarrollado por FLACSO y CEDEM desde 1998, y se enmarca en
    las estrategias de acción del Grupo Iniciativa
    Mujeres, del que forman parte dichas
    instituciones.

    Tras las Conferencias y Cumbres Mundiales de los 90
    se incrementaron las actividades y propuestas destinadas a
    fiscalizar y dar seguimiento desde la sociedad civil a los
    compromisos contraidos por los Estados en dichos eventos. En
    el caso de las Conferencias sobre Población y
    Desarrollo (El Cairo 1994) y sobre la Mujer (Beijing 1995)
    esto ha tenido un particular dinamismo, considerando que la
    Plataforma de Acción Mundial de Beijing y el Plan de
    Acción de El Cairo no tienen fuerza vinculante, es
    decir, su cumplimiento no es obligatorio.

    El ámbito global.

    No es sólo en lo nacional donde la Plataforma
    requiere de mecanismos y recursos y de procesos de
    democratización múltiple.

    En un mundo cada vez mas interdependiente, las
    conexiones, influencias, intercambios entre lo local y lo
    global aparecen como inevitables y también decisivos
    en muchos aspectos para impulsar o detener el cumplimiento de
    la PAM. Así, el espacio internacional, terreno
    fundamental durante el proceso de Beijing, es también
    otro terreno de disputa para perfilar y defender los derechos
    de las mujeres y de las ciudadanías
    democráticas.

    De hecho, si el desarrollo político del
    feminismo es reconocido por su apego al pluralismo y a la
    diversidad, es sobre todo con el afianzamiento de la
    globalización y su intento homogenizador, que se
    hace más evidente que nunca la necesidad de analizar y
    aportar respuestas a las brechas estructurales, que subyacen
    a la concretización de un proyecto
    unificador de lo mundial, impulsado sobre la base de un
    cúmulo de inequidades históricas.

    Sin embargo, hay una situación
    paradójica. Es evidente, en inicios del siglo XXI, que
    las NU, en sus objetivos, estructura, distribución de poder, también
    está, de muchas formas, obsoleta. Las dinámicas
    de poder ya no son las mismas porque la globalización
    ha descentrado muchas de sus funciones
    anteriores, al modificar los contextos para su
    aplicación.

    Al mismo tiempo,
    Naciones Unidas es posiblemente el único espacio
    transnacional capaz de responder a los nuevos problemas de un
    mundo globalizado, que puede regular el poder de los estados
    sobre sus ciudadanos y dar garantías a partir de la
    aún incipiente normatividad global, para el ejercicio
    de los nuevos contenidos de los derechos humanos y
    ciudadanos. Esto hace que la reforma de las Naciones Unidas
    sea una necesidad urgente e imperiosa para que pueda
    responder a los nuevos retos del milenio acercándola
    más a las ciudadanías, monitoreando sus
    políticas y haciendo el seguimiento de sus
    compromisos, presionando por generar mayor normatividad capaz
    de proteger los derechos humanos de las personas.

    En este marco globalizado, el rol de las Naciones
    Unidas puede ser enormemente significativo. Estando en la
    lógica de los estados, la ONU ha
    logrado en innumerables ocasiones asentarse en derechos
    aún no consagrados, pero ya presentes en el horizonte
    referencial de las sociedades
    y, al hacerlo, ha ampliado el terreno para su
    visibilización. Naciones Unidas ha contribuido
    así a perfilar y colocar una nueva agenda
    global.

    Igualmente, las agencias e instituciones bilaterales
    y multilaterales, así como las instituciones del
    capitalismo global, las transnacionales y multinacionales,
    hasta ahora no fiscalizables, deberían rendir cuentas
    -al igual que los gobiernos- de lo que han hecho y han dejado
    de hacer para impulsar y garantizar el cumplimiento de la
    Plataforma de Acción de la Mujer; informando sobre los
    mecanismos implementados y los recursos asignados para estos
    cinco años de post-Beijing.

    Naciones Unidas tiene la posibilidad de cambiar,
    adecuándose a las nuevas realidades y contextos del
    nuevo milenio, desde la perspectiva de los derechos de los
    ciudadanos y no sólo de los estados. Esa es la apuesta
    de los movimientos de mujeres.

    Una iniciativa interesante es la de Ana Falu,
    Directora del Centro de Investigación y Servicios
    Cono Sut/Argentina CISCSA. Esta es la articulación de
    los movimientos de mujeres con las procesos de
    integración regional y subregional en América
    Latina como Mercosur y
    Pacto
    Andino. Ello significa para Falu, desarrollar y salir de
    la autonomía defensiva y moverse hacia una
    autonomía propositiva de las mujeres.

    Ello corresponde a la comprensión del espacio
    internacional, terreno fundamental durante el proceso de
    Beijing, como otro terreno de disputa para perfilar y
    defender los derechos de las mujeres y de las
    ciudadanías democráticas.

    Articulación con los procesos de
    integración.

    La intervención de la ciudadanía en
    los procesos de integración es necesaria para acentuar
    su carácter democrático, conferirles
    aceptabilidad, viabilidad, eficiencia y
    permanencia, de manera que sean instrumentos de desarrollo
    sustentable y promuevan la inserción de los
    países de América Latina y el Caribe en la
    economía mundial.

    La participación de la sociedad civil se
    puede dar en dos niveles.

    En primer lugar, al interior de cada país,
    donde corresponde a los gobiernos contribuir a que los
    diversos componentes de la ciudadanía se organicen y
    se manifiesten sobre los temas comunitarios, aunque algunas
    veces el problema no es la ausencia de convocatoria a
    participar en el proceso de integración sino el
    desinterés evidente de los destinatarios de la
    acción integradora. En segundo término, se da
    en los esquemas de integración, donde los conductores
    de esos procesos deben abrir espacio a la sociedad civil en
    las instancias de participación, a fin de que
    ésta contribuya a los análisis, reflexiones y a
    la toma de
    decisiones sobre los asuntos que le
    conciernen.

    Sin embargo, un elemento común a los procesos
    de integración es que su objetivo
    inicial es marcadamente comercialista, en tanto que la
    orientación social es un elemento que por lo regular
    se incorpora tardíamente o no está considerado
    en el acuerdo que le dio existencia. Así, el
    predominio de lo comercial sobre lo social confiere un mayor
    protagonismo al sector empresarial sobre otros grupos del
    sector privado.

    Falu destaca que estos procesos y articulaciones
    regionales, signados por la voluntad de integración económica aún
    están muy lejos de las vidas de las personas y que,
    las organizaciones de la sociedad civil (el movimiento de
    mujeres, en este caso) no pueden ser ajenas a tales procesos
    en tanto les corresponde hacer el seguimiento de la PAM en la
    reponsabilidad que tienen los Estados nacionales de
    mediatizar la políticas públicas a
    través de su cumplimiento.

    El proceso de globalización aparece como el
    nuevo escenario, modificando profundamente las
    dinámicas económicas, mas aún al
    coincidir en el tiempo con el hegemonismo de la propuesta
    neoliberal, que privilegia el mercado y el control de las
    grandes corporaciones por encima de los intereses ciudadanos.
    Frente a ello, los países sudamericanos articulan
    procesos como el de Mercosur y el Pacto Andino que surgen
    como expresiones de la voluntad política de los
    países, en una integración que se impulsa desde
    los gobiernos.

    En el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), un
    instrumento de expresión ciudadana como el Consejo
    Económico y Social dio preeminencia inicial en sus
    deliberaciones al sector empresarial, aunque después
    llegó a ser un mecanismo más representativo de
    la sociedad, pero de poca efectividad. Los sectores
    sindicales y empresariales han tenido una
    participación limitada en las fases de consulta y
    negociación mediante los Subgrupos (Comités
    Técnicos), al paso que los grupos ambientales
    intervienen en la etapa normativa y de homologación
    legal.

    La Comunidad
    Andina de Naciones (CAN), por su parte, también
    optó por abrir un espacio de participación
    limitado a los empresarios y trabajadores a través de
    los Consejos Consultivos y ha tratado de establecer otras
    instancias de intervención para otros estamentos de la
    sociedad civil, pero con poco éxito, ante lo cual algunas
    agrupaciones han emprendido varias iniciativas tímidas
    a fin de impulsar acciones para la participación ciudadana.

    Los mecanismos bilaterales de
    consulta.

    Existe también un conjunto de mecanismos
    bilaterales y multilaterales de consulta y cooperación
    menos formales entre gobiernos individuales y entre
    comunidades regionales y el gobierno de alguna potencia,
    a través de los cuales coordinan y armonizan las
    posiciones que sostendrán en las reuniones
    internacionales. Allí están las comisiones
    mixtas y de consultas.

    El 8 de agosto de 2002, el Grupo de Trabajo sobre
    Sociedad Civil del Grupo de Rio, luego de deliberar sobre el
    tema "Grupo de Rio y la sociedad civil" concluyó en
    que "como parte del fomento de la democracia y de manera
    congruente con el espíritu de apertura del grupo, es
    conveniente establecer un acercamiento hacia la sociedad
    civil que contribuya a que el trabajo
    de este mecanismo sea más visible y
    conocido.

    Bilateralmente, los países sudamericanos, al
    igual que todos los del mundo, implementan con bastante
    frecuencia reuniones de coordinación de
    políticas y de flujos de cooperación
    económica, técnica y financiera con alto
    impacto en la sociedad civil.

    Son las nuevas formas de coordinación de la
    política multilateral y multinacional y los nuevos
    estilos de adopción de decisiones colectivas que
    involucran a gobiernos, OIGs, grupos de
    presión internacionales y ONGIs.

    Es necesario, por ello, que las organizaciones de la
    sociedad civil penetren la lógica de las
    instituciones, así como de las nuevas formas de
    política multilateral y multinacional en la estructura
    de elaboración de decisiones de la política
    mundial a consecuencia de las presiones que sufren la
    soberanía y la autonomía de los
    Estados provenientes de la confluencia de restricciones
    impuestas por la estructura del sistema internacional,
    especialmente por la
    organización de la economía global; y las políticas
    y actividades de las agencias y organizaciones
    líderes, tanto regionales como
    internacionales.

    Beijing + 5

    En junio del 2000, cerca de dos mil asistentes,
    entre delegados de los gobiernos y representantes de las ONGs
    de más de 180 países se reunieroen Nueva York
    para asistir a la Sesión Especial de la Asamblea
    General de las Naciones Unidas para revisar la
    implementación de la Plataforma de Acción de
    Beijing. La Sesión Especial, también conocida
    como Beijing + 5, fue titulada "Mujer 2000: igualdad
    de género, desarrollo y paz para el siglo XXI" y fue
    la culminación de negociaciones que tuvieron que ver
    principalmente con un documento denominado "Revisión y
    evaluación del progreso logrado en la
    implementación de las 12 áreas críticas
    de preocupación de la Plataforma de Acción de
    Beijing".

    En "Beijing + 5", a pesar de que para algunas
    organizaciones lo prioritario era lograr un número
    considerable de compromisos con plazo definido y
    parámetros concretos que fomentaran la responsabilidad
    y aumentaran la voluntad política, las negociaciones
    sólo agregaron algunos nuevos compromisos con plazo de
    cumplimiento.

    El documento constituye un análisis detallado
    de los ocurrido desde 1995 así como una compromiso de
    los gobiernos del mundo para hacer realidad las medidas
    acordadas para implementar lo más pronto posible las
    estipulaciones la Plataforma de Acción de
    Beijing.

    El documento final de la Sesión Especial de
    la Asamblea General "La Mujer en el año 2000: Igualdad
    entre los Géneros, Desarrollo y Paz para el Siglo XXI"
    contiene algunos avances más allá de la
    Plataforma de Acción Mundial.

    Se reconoce la necesidad de participación
    igualitaria de mujeres en la toma de decisiones sobre
    macroeconomía; los impactos negativos
    de la globalización en las mujeres y propone asegurar
    un acceso igualitario a la protección social; el
    derecho a la herencia y la
    propiedad
    y la promoción de programas educativos para
    que los hombres practiquen el sexo
    seguro.

    El documento hace referencia explícita, por
    primera vez, a los crímenes de honor y los matrimonios
    forzados como formas de violencia, y al asilo político
    sobre la base de la persecución de
    género.

    En su pronunciamiento, los gobiernos de la
    región reconocieron la dificultad de la
    búsqueda del consenso internacional, al destacar que a
    cinco años de su puesta en práctica "se han
    evidenciado una gama de posiciones, enfoques culturales y
    valoraciones existentes que configuran un contexto poco
    propicio para el logro de visiones consensuadas acerca de
    particulares complejidades de los temas involucrados en la
    PAM".

    Afirman que la región pudo unirse, casi
    íntegra, por "la experiencia y una voluntad
    común para el avance de los derechos humanos de todas
    las mujeres, adolescentes y niñas, con especial
    énfasis en los derechos a la salud, el desarrollo y la
    participación en el marco de la igualdad y equidad
    entre los géneros y de no violencia, teniendo como
    piso la PAM, la cual está incorporada en
    políticas de desarrollo que cada país
    soberanamente determinó."

    Con este pronunciamiento, suscrito por la
    mayoría de países de la región,
    quedó afirmado, que sin mediar el contenido del
    documento de evaluación de la Sesión Especial,
    la región está comprometida con los consensos
    regionales y con el acuerdo internacional de la Cuarta
    Conferencia Mundial.

    Por su lado, las Organizaciones No Gubernamentales
    (ONG) de los países firmantes del pronunciamiento,
    celebraron que sus delegaciones hayan suscrito un documento
    que en el fondo sostiene que no puede haber ni un paso
    atrás, que Pekín es "más cinco", y "no
    menos cinco", como pretendieron algunos países que
    intentaron cuestionar hasta el marco mismo de los derechos
    humanos de las mujeres, conquistado en la década
    pasada en relación con la violencia, los derechos
    sexuales y reproductivos y el derecho al desarrollo. Las ONG
    de América Latina y El Caribe, representadas por la
    peruana Virginia Vargas, emitieron ante la Sesión
    Especial un pronunciamiento propio en el cual criticaron
    severamente el proceso de evaluación.

    Sin embargo, a pesar de la importancia de este
    espacio global y de Naciones Unidas como instancia
    privilegiada dentro de él, es poco lo que se ha
    analizado sobre las posibilidades y restricciones que esta
    instancia contiene y sobre cómo afectan a su
    composición, objetivos y estructura los acelerados y
    dramáticos cambios vividos desde las últimas
    décadas del siglo pasado que han modificado
    profundamente las dinámicas socio-políticas,
    económicas y de convivencia personal y
    ciudadana.

    Entender estos cambios nos permitiría
    también percibir las ambivalencias que este espacio de
    la ONU, hoy por hoy, contiene para el avance en el
    cumplimiento de la Plataforma de Acción y para lo que
    ya es una urgente exigencia de gobernabilidad global
    democrática.

  5. SEGUIMIENTO Y
    EVALUACIÓN DE LAS ACCIONES.
  6. CONCLUSIONES
  1. El proceso de Beijing ha desembocado en la
    consolidación no sólo de un marco político
    basado en el cuestionamiento de las relaciones sociales de
    género sino también de un espacio público
    autónomo y negociador. Este proceso preparatorio, sin
    embargo, no ha sido fácil ni uniforme. En él se
    reprodujo todo el abanico de la diversidad de la sociedad
    civil, una de sus más importantes
    características.
  2. Existe un proceso de construcción discursiva
    en el que los propios actores debaten y en el se incorporan
    diversas problemáticas que abonan a favor de su
    complejización como expresión de la diversidad y
    multiplicidad de mujeres que conforman el movimiento. Esta
    fuerte diversidad interna hizo que tanto durante la etapa de
    preparación para Beijing como en la posterior, se
    desarrolle un proceso de aprendizaje y de construcción
    del espacio deliberativo.
  3. En el ámbito nacional, la mayor parte de la
    atención de la sociedad civil se concentra en las
    actividades internas en sus países. Los organismos o
    mecanismos regionales intergubernamentales se constituyen
    actúan como ejes articuladores y pueden constituir un
    lugar privilegiado para la construcción de
    consensos.
  4. La Conferencia de Beijing y el proceso que
    ésta ha creado ha colocado los temas más
    importantes de la agenda en el espacio público. Ha
    dejado al movimiento de mujeres una agenda muy concreta frente
    a lo gobiernos y a la sociedad civil: lograr que los gobiernos
    de la región conviertan en políticas los acuerdo
    y avances en justicia de género.
  5. El reto es encontrar la manera de aprovechar de la
    evaluación para convencer a los gobiernos de tomar pasos
    más concretos sobre la base de un enfoque en los
    derechos humanos cuyos aspectos más importantes
    podrían la estandarización y la
    responsabilización. La principal tarea de los mecanismos
    nacionales es apoyar la incorporación en todos los
    órganos gubernamentales de una perspectiva relativa a la
    igualdad entre los géneros en todas las esferas
    normativas, incluida la legislación, los programas y los
    proyectos. Los mecanismos nacionales pueden desempeñar
    un papel fundamental en el estímulo y fomento de esas
    transformaciones a todos los niveles.
  6. Particularmente, los mecanismos nacionales de
    vigilancia y rendición de cuentas tiene a su cargo la
    difícil tarea de analizar cómo las medidas
    gubernamentales producen cambios tangibles en la vida de la
    mujer. Por lo tanto, para que el monitoreo  a los
    gobiernos que resulte eficaz debe ser conducido por
    organizaciones autónomas, que no pertenezcan a la esfera
    gubernamental.
  7. No es sólo en lo nacional donde la Plataforma
    requiere de mecanismos y recursos y de procesos de
    democratización múltiple. El espacio
    internacional, terreno fundamental durante el proceso de
    Beijing, es también otro terreno de disputa para
    perfilar y defender los derechos de las mujeres y de las
    ciudadanías democráticas.
  8. La intervención de la ciudadanía en los
    procesos de integración es necesaria para acentuar su
    carácter democrático, conferirles aceptabilidad,
    viabilidad, eficiencia y permanencia, de manera que sean
    instrumentos de desarrollo sustentable y promuevan la
    inserción de los países de América Latina
    y el Caribe en la economía mundial. Sin embargo, es un
    elemento común a los procesos de integración el
    que su objetivo inicial sea marcadamente
    comercialista.
  9. Los países sudamericanos articulan procesos
    como el de Mercosur y el Pacto Andino que surgen como
    expresiones de la voluntad política de los
    países, en una integración que se impulsa
    sólo desde los gobiernos y que, por ello, aún se
    encuentran lejos de las personas.
  10. En tanto los mecanismos de integración,
    coordinación y consulta no pueden ser más de lo
    que sus países miembros quieren que sean, todos ellos
    son instrumentos concebidos para diversos propósitos de
    desarrollo y avanzarán hacia el logro de sus objetivos
    en la medida que se tenga claro que las personas tienen que ser
    los destinatarios finales de la acción
    integradora.
  11. Es necesario, por lo tanto, que las organizaciones de
    la sociedad civil penetren la lógica de las
    instituciones, así como de las nuevas formas de
    política multilateral y multinacional en la estructura
    de elaboración de decisiones de la política
    mundial.
  1. Bibliografía
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    mujeres. Discursos pronunciados en Sesión Plenaria ante
    el Foro de ONG sobre la Mujer, Beijing 1995.
  2. Caminos a Beijing: Textos de la IV Conferencia
    Mundial de la Mujer en América Latina y el Caribe.
    Editora: Virginia Vargas Valente. Ediciones Flora
    Tristán. Noviembre de 1998.
  3. Las apuestas inconclusas: el movimiento de mujeres y
    la IV Conferencia Mundial de la Mujer.Ensayos de
    Gladys Acosta, Maruja Barrig, Sonia Montaño, Cecilia
    Olea y Virginia Vargas. Ediciones Flora Tristán.
    Noviembre de 2000.
  4. Visiones hacia el futuro: estrategias de
    implementación de la Plataforma de Acción Mundial
    en América Latina y el Caribe. Memorias del
    Seminario Internacional "Visiones hacia el futuro". Ediciones
    Flora Tristán. Enero de 1997.
  5. Teoría democrática, esfera
    pública y deliberación. Leonardo
    Avritzer.
  6. Diálogo y reflexividad: acerca de la
    relación entre esfera pública y medios de
    comunicación. Leonardo Avritzer.
  7. Esfera pública y sociedad civil. Andrew Arato
    y Jean L. Cohen.
  8. Sociedad civil y teoría política. Cap 2: Conceptual
    History and Theoretical Synthesis / Cap 3: Theoretical
    development in the Twentieth Century.
  9. La esfera pública y las mediaciones entre
    cultura y política: el caso de Brasil. Sergio
    Costa.
  10. Repensando lo público a través de la
    sociedad. Nuevas formas de gestión pública y
    representación social. Nuria Cunill Grau.
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    Habermas. Andrés Botero Bernal.
  12. La opinión
    pública en Habermas. Margarita Boladeras Cucurella.
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    Chicago. ARENDT, H. (1958).
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    pública. La transformación estructural de la
    vida pública
    . Barcelona: G. Gili. HABERMAS, J.
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  15. Facticidad y validez. Madrid.
    HABERMAS, J. (1981).
  16. Democracia y sociedad civil- Capítulo 1: Los
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    Keane.
  17. Desafíos de un desarrollo
    humano: individualización y capital
    social. Norbert Lechner
  18. Organizaciones de la Sociedad Civil y Justicia: Caso
    de Chile. Ponencia para Primera de Red de Organizaciones de
    la Sociedad Civil en Justicia, organizado por Centro de
    Estudios de Justicia de las Américas y Fundación
    Esquiel, Ecuador 26
    de marzo 2002.
  19. La Red Latinoamericana y del Caribe de Organismos
    Gubernamentales o Mecanismos Nacionales de la Mujer
  20. Sobresalieron América Latina y el Caribe, por
    su persistencia en la defensa de la PAM . María
    Suárez Toro/ FIRE, CIMAC
  21. Mujeres en Perú. Proyecto de
    investigación Mujeres Latinoamericanas en Cifras
    desarrollado en Perú por Cecilia Blondet Montero,
    investigadora del Instituto de Estudios Peruanos,
    IEP.
  22. Los retos antiracistas del feminismo global. ALAI,
    América Latina en Movimiento 2001-07-10. Irene
    León
  23. A cinco años de Beijing: control ciudadano
    hacia Naciones Unidas. Extractos del discurso de
    Virginia Vargas durante la Sesión de Trabajo de ONG en
    NNUU, 3 de junio del 2000
  24. "Con migo o contra mi": lógica binaria,
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    Victoria Sendón de León
  25. Hacia un pluralismo constructivo.
    Coloquio organizado por la UNESCO y la Secretaría de los
    Países del Commonwealth, Sede de la UNESCO.
    París, 28 a 30 de enero de 1999.
  26. La sociedad civil y sus nuevos enemigos.
    Artículo de Václav Havel (Presidente de la
    República Checa, Publicado en Punto de Encuentro. El
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  27. "Examen y evaluación de la aplicación
    de la Plataforma de Acción de Beijing: informe del
    Secretario General de las NNUU" (E/CN.6/2000/PC/2).
  28. Feministas de distintas corrientes, uníos:
    Martha Lamas. Silvia Magally. CIMAC- México DF.
  29. Cuestionario para los gobiernos sobre la
    aplicación de la Plataforma de Acción de Beijing.
    Secretaría General a la Comisión de la
    Condición Jurídica y Social de la Mujer Octubre
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  30. La Implementación de la Plataforma de
    Acción de Beijing: un enfoque sustentado en los derechos
    humanos (Recomendaciones: La Violencia Contra las Mujeres &
    Las Mujeres y la Economía) Centro para el Liderazgo
    Global de las Mujeres. Febrero 2000.
  31. Los nuevos derroteros feministas a fin del milenio,
    derechos y autonomía". Virginia Vargas. Publicado en El
    siglo de las mujeres, Ediciones de las Mujeres/Isis
    Internacional, Santiago de Chile, octubre 1999.)
  32. América Latina en Movimiento: Mujeres y
    feminismos: rumbo al año 2000. Irene León, ALAI,
    América Latina en Movimiento. Setiembre de
    1994.

 

 

 

Autor:

Julio Álvarez Sabogal

Abogado y Licenciado en Relaciones
Internacionales. Magíster en Ciencia
Política.

Partes: 1, 2
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